Ésto es gallo.

Poincaré en la época de
la Escuela Politécnica
Si hay una frase simpática del sabio Henri Poincaré, sin duda es aquella que dice que "la geometría es el arte de pensar bien, y de dibujar mal". Es cierto que, como dijera un gran dibujante veneciano, dibujar una corona de laurel mediante las reglas de la geometría sería, además de ineficiente, un verdadero calvario, y que la geometría, en efecto, tiene un no sé qué de "cosa mentale", que a veces resulta poco práctica para el dibujo artístico. Pero digo que es una máxima simpática porque tiene un trasfondo personal detrás que al matemático Poincaré le gustaba contar, y que todos sus amigos conocían.

Cuenta un biógrafo suyo que de niño, en el liceo francés, Henri tenía problemas evidentísimos con el dibujo. Hasta el punto de recibir el apodo del "ambidiestro", porque dibujaba igual de mal con la mano derecha que con la izquierda. Debemos saber que el liceo era una institución muy regia, y que nadie pasaba de curso con una sola asignatura suspensa. Pero cuando llegó el verano, todos los profesores se tuvieron que reunir para decidir que hacían con Henri. Estaban ante un caso excepcional: era un matemático maravilloso, tan bueno que nunca habían visto nada igual a esa edad; y era, al mismo tiempo, un dibujante tan  malo que, aunque le pusiera todo el empeño del mundo, difícilmente podría superar esa asignatura. Finalmente, y con un carácter sumamente excepcional, se le permitió graduar para que ingresara en la escuela de minas (donde, por cierto, volvió a tener problemas con el dibujo, aunque en esta ocasión también influyó una rencilla con su profesor).

Al graduar, los amigos del jovencito Poincaré recogieron los dibujos que tras de sí había dejado, en el aula, y los exhibieron en el pasillo. Ciertamente podría parecer que era una exhibición de burla, y tal vez el humor gabacho estuviera en su origen. Pero era una muestra de reverencial respeto, de cariño y complicidad ante la dificultad, y de camaradería entre los alumnos del liceo, que sabían de la valía de ese niño con problemas de motricidad, pequeño y miope como un topo. Según parece, los dibujos eran tan malos que un amigo gracioso escribió debajo de cada uno, en griego, "ésto es gallo", "ésto es burro", etc., para que se pudiera saber qué era cada cosa.





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