Le Cabanon. Trabajo complementario.

 


Le Corbusier trabajando delante de la ventana de su
cabañita, conocida como "Le Cabanon".
PROPUESTA DE TRABAJO:

Piensa en una casa de retiro, una cabaña, en algún lugar (la playa, la montaña...) que consideres ideal, donde realmente te gustaría pasar algún tiempo en soledad, un poco desconectado de la vida diaria. Imagina cómo sería tu día a día allí, qué necesitarías, en qué invertirías tus horas si, por ejemplo, no tuvieses internet.  Es un buen ejercicio que puedes emplear para dormir por las noches... Yo a menudo lo empleo cuando padezco trastornos del sueño. Pero una vez lo hayas visualizado durante muchos días, ponte manos a la obra:


1. Anota todo eso en un folio. Realiza una reflexión sobre el por qué de su forma, y el modo de vida en ella. Todo lo que has imaginado sobre esa casa. Y por qué piensas que sería agradable de habitar. Reflexiona, por tanto, sobre lo que los seres humanos necesitamos realmente para sentirnos arraigados a un lugar.

2. Realiza una maqueta tridimensional utilizando materiales de andar por casa (papel, cartón, tetrabricks, plásticos, cuerda, palillos de madera, lo que sea que puedas conseguir y que consideres oportuno). Previamente realiza también bocetos a mano alzada, garabatos, no necesariamente dibujos bien acabado. Emplea el dibujo para pensar alguna forma inicial, que luego se irá modificando sobre la marcha, en la propia construcción de la maqueta.

3. Realiza planos de taller. Concretamente, dibuja las vistas diédricas de la maqueta a escala 1:1. Y su representación en alguna perspectiva paralela (caballera, isométrica, militar). Además de dibujarlos, te animo a pensar otro aspecto importante de tu cabaña, el color... Prueba a darles color a tus planos (con lápices, con acuarelas, con lo que consideres oportuno).



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Al lo largo de los meses pasados, aunque sea a retazos, hemos estado hablando mucho de arquitectura, tanto clásica como moderna. A menudo he hablado de diversas escuelas y arquitectos que reformularon la apariencia de la arquitectura. Seguían algunos preceptos funcionales más o menos compartidos por todos, sobre todo aquel que expusiera en un primer momento el arquitecto Adolf Loos, que había que "acabar con el ornamento".

Lidia Komova, estudiante de las Vkhutemas, 1928.
Algunas de las escuelas pioneras de arquitectura, sin duda fueron la Bauhaus, o su contrapartida rusa, las Vkhutemas. Bien es cierto que de ahí no salieron grandes proyectos. Y, por ejemplo, en el caso ruso, debidas las condiciones de vida de la época, los materiales, los planes de estudio, los talleres, todo era precario. Pero a los alumnos no les faltaba entusiasmo, y aunque fuera con papeles de estraza, hacían sus raras y novedosas maquetas de edificios.



Sin embargo, hoy voy a proponer un trabajo sobre otro aspecto de la arquitectura moderna menos megalómano, alejado de aquellos fantasiosos proyectos de edificios gubernamentales, y reestructuración de ciudades enteras, o incluso (creedme, que es cierto) la construcción de ciudades flotantes en el aire, con los que soñaron los artistas de vanguardia.

Lo interesante es que, esos mismos artistas, a veces, se planteaban un pequeños proyectos domésticos, tan domésticos que consistían en pensar su propia y más humilde casa, o incluso una cabañita en el campo, de retiro. Como niños que a veces eran (en la Bauhaus, por ejemplo la edad no superaba siempre los veinte), se enfrascaron en esas ideas ensimismadas sobre una casita en la que fuera agradable de vivir... en una época donde la vida tampoco era ciertamente agradable. Creo que recientemente han sacado una película que es bastante informativa de cómo eran los "aires nuevos" que trajeron los estudiantes de la Bauhaus (¿en Netflix?, no estoy seguro). También adolecieron de muchas rarezas, ya os lo digo. La primera mitad del siglo pasado fue una época ingeniosa y extravagante, cruel y llena de vida a partes iguales.

Bien, pues quería mostraros la casita que pensó una de esas estudiantes de la Bauhaus.  Annemarie Wilke (Lübeck, 1906 - Múnich,1996). Se graduó hacia 1932, y acabó trabajando al principio en los estudios de arquitectura de algunos profesores. Poco antes de que estallara la guerra se encontraba en Viena, donde conoció a su futuro marido, el ingeniero Mauck. Precisamente diseñó esta casita familiar al terminar la guerra.

Casa Karl Haerter, diseño de Wilke, 1939. 

Pero sobre todo, quería mostraros lo que fue toda una rareza para un arquitecto... Sobre todo si pensamos que ese arquitecto, nuestro querido Le Corbusier, levantó casi ciudades enteras, como Brasilia o Chandigarh. También Le Corbusier diseño una cabaña en el campo, para sus retiros. Si no recuerdo mal fue un regalo para su mujer. El aspecto de la cabaña era muy peculiar, hoy pensaríamos que se trata de una chabola... Pero ciertamente Le Corbusier estaba muy orgulloso de aquel proyecto.



Bocetos iniciales para Le Cabanon. 


La mano de Le Corbusier,
puesta sobre Le Cabanon,
como si de una cueva
rupestre se tratara.

Los detalles de Le Cabanon, son
muy peculiares. Aquí, por ejemplo,
las perchas voladizas.
Una vista interior de Le Cabanon.

Vista exterior de Le Cabanon. 

Las formas alabeadas de
los huesos, le inspiraban a
Le Corbusier en sus
arquitecturas mayores.
Una carta de Le Corbusier a su hermano, con un dibujo
de Le Cabanon, dando al mar. 
Una maqueta de Le Cabanon


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